La actriz mexicana que le dio vida al personaje de ‘La Chilindrina’ en la icónica serie de los 80 ‘El chavo del 8’ habló sobre el pago que recibía por interpretar al personaje y por las innumerables repeticiones que se hicieron en América Latina.
Luego de 40 años de la emisión del último capítulo de uno de los programas más queridos por grandes y chicos, la reconocida actriz le contó al programa ‘Un Nuevo Día’ que “Trabajar para niños es lo menos bien pagado, por no decir mal pagado”.
María Antonieta explicó que Televisa, la empresa a la que por años pertenecieron los derechos del programa, recibía la mayor parte de las regalías.
La actriz de 69 años dijo que: “Televisa lo explotaba, entonces Televisa recibía dinero por cada pasada, a nosotros nos daban una milésima parte de lo que ganamos cuando hicimos el programa. O sea que, si yo gané 1,000 pesos o 1,500 por programa a mí me daban 150 pesos por cada vez que pasaba en Centro y Sudamérica, no es nada”.
María Antonieta explicó que dejó el programa porque ‘Chespirito’ ya no quería hacer ‘El Chavo’ y ella no quería cambiar el personaje de ‘La Chilindrina’ por el de ‘Marujita’: “La gente a lo mejor no se daba cuenta o se les hacía simpático el personaje, pero era una prostituta disfrazada”.
Además, habló de cómo le sabotearon su trabajo cuando quiso llevar el personaje fuera del programa, lo que desencadenó en un pleito legal que duró once años con el que demostró que el personaje de ‘La Chilindrina’ era de su autoría y no de Roberto Gómez Bolaños.
Una de las declaraciones que más sorprendió fue cuando aseguró que gracias a los ahorros de su esposo han podido “seguir subsistiendo aún sin trabajar” y agregó que no es rica, pero que está bien.
En la entrevista, la actriz también habló de una gran depresión que vivió tras la muerte de su esposo, asegura que en los primeros cinco meses después del fallecimiento ella no quería hacer nada, ni comer, ni salir de su casa, pero pudo superar ese duro momento gracias al apoyo que le dieron sus hijos.
Así mismo, contó cómo vivió la pandemia, para ella fue un espacio de reflexión y reconciliación: “Aquí nada más podemos estar con nosotros mismos, pensando qué es lo que hemos hecho bien, qué es lo que hemos hecho mal, los rencores que yo tenía ya no existen”.